Más de la mitad de los alumnos de la UPV que vienen en coche a la universidad lo utiliza como medio de transporte único, es decir: siempre que vienen lo hacen en coche y son el único ocupante del vehículo. Este dato contrasta y mucho con otros modos de transporte como la bicicleta ya que sólo un 15% de los que la usan viene siempre en bici. Estos son los resultados preliminares de la pregunta sobre movilidad que se ha hecho a los alumnos en la matrícula y ponen de manifiesto algo que, a estas alturas, ya no sorprende a casi nadie: nos gusta el coche…, y mucho, y es evidente que no es sólo porque nos permite desplazarnos de un sitio a otro.
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Hace mucho tiempo que, consciente o inconscientemente, hemos dejado de considerar el automóvil como un simple medio de transporte y basta con echar un vistazo a cualquier anuncio de coches para darse cuenta. ¿Quién no recuerda el archifamoso «te gusta conducir» o el más moderno «no hay nada mejor que caminar» e incluso el «reenamórate de la conducción»?… Ninguno de esos anuncios vende máquinas, nada más lejos, venden experiencias, venden modos de vida, personas felices, alegres y despreocupadas: «súbete en este coche y serás como ellos»… Pues lamento tener que decir que a mí esto no me pasa: creo que puedo contar con los dedos de una mano las veces en las que he circulado por una carretera desierta, me resulta de lo más frustrante encontrarme de repente en un atasco o no encontrar aparcamiento, me pone nervioso la gente que conduce como si estuviera en un rally o en un circuito de carreras, no soporto a la gente que pita sin motivo y «me cago en to lo que se menea» si me cascan una multa (sobre todo si encima tengo que creerme eso de que no tienen afán recaudatorio)… Y no me entendáis mal, así y todo e inexplicablemente, me encanta conducir…, lo que no me gusta es que conduzcan los demás.
Es un hecho demostrado que la conducción produce estrés, una tensión que se une a la que ya sufrimos habitualmente en nuestra vida diaria y que además es repetitiva y puede prolongarse durante periodos de tiempo más o menos largos en función de las condiciones del tráfico. Sin embargo, nos encanta el coche, nos gusta tanto que podemos llegar a utilizarlo hasta para los desplazamientos más absurdos, basta con darse una vuelta por un colegio a la hora de la entrada o salida de los niños. Y es que hasta a mi sobrino de 9 años, que tiene la musculatura prácticamente sin estrenar, le gusta más ir en coche al cole que recorrer a pie los escasos 800 metros que le separan de él.
¿Es posible que las cosas estén cambiando?… Yo quiero pensar que sí, veo signos de cambio por todas partes. Evidentemente no se trata de repudiar el coche y no volver a conducir nunca más, se trata más bien de poner cada cosa en su lugar y eso es más una cuestión de personas que de máquinas. Así que ahí va nuestro dato para la esperanza: más del 40% de los alumnos dicen venir andando alguna vez, lo que supone un pequeño incremento de unos dos puntos con respecto al año anterior. De momento no es un modo de transporte tan adictivo como el coche (sólo la tercera parte viene siempre caminando), pero quizá algún día todos estemos de acuerdo en que «no hay nada mejor que caminar» y el sarcasmo implícito en el uso de la frase para vender coches esté completamente fuera de lugar.