En los años que llevo trabajando cómo técnico de gestión ambiental me he dado cuenta de que cuando la gente me pregunta dónde deben tirar un residuo y contesto que al contenedor de fracción resto, se desaniman. Parece que no entienden cómo, yo que trabajo en esto, no tengo una solución para reciclar ese residuo. Es cierto que en la UPV recogemos selectivamente muchos tipos de residuos, lo que hace que pocas veces deba dar la temida respuesta: «al contenedor negro»…, pero aun así, irremediablemente y con las leyes de residuos en la mano, hay casos en los que no se puede hacer otra cosa.
Actualmente el ordenamiento jurídico español tiene innumerables leyes que regulan tanto la puesta en el mercado de productos como la gestión de los residuos (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, envases ligeros, pilas y otros acumuladores, productos químicos, cartuchos de tinta y tóner, papel y cartón, vidrio, etc.). Aun así, a día de hoy se siguen poniendo en el mercado muchos productos no reciclables ni compostables que una vez terminan su vida útil no tienen un proceso de reciclado y acaban en vertederos o incineradoras.
Con esta entrada quiero hacer una reflexión y animaros a reflexionar sobre el poder que tenemos como consumidores. De nada vale sorprendernos cuando nos dicen que el residuo no se puede reciclar, tenemos que evitar la generación de este tipo de residuos cuando tomamos la decisión de qué productos compramos. Del mismo modo, como consumidores debemos elegir productos (de consumo corriente, alimentos, ropa, coches, etc…) basados en el ecodiseño y que aseguren un futuro reciclado de sus componentes…, y si no existen, demandarlos. Lo que está claro es que ninguna empresa va a fabricar cosas que nadie está dispuesto a comprar.