Si en un post anterior os hablábamos de la etiqueta ecológica de la Unión Europea hoy es el turno del que se precia de ser el sello ecológico más antiguo: el Ángel Azul. Inició su andadura en el año 1978 a iniciativa del gobierno alemán y a día de hoy 11.700 productos y servicios lucen esta etiqueta. Según las encuestas llevadas a cabo por la Agencia Alemana del Medio Ambiente, el 79% de los encuestados conocen la marca y cerca del 40% la utiliza como criterio de compra, aunque lo cierto es que su repercusión fuera de Alemania es mucho más limitada.
El Ángel Azul, al contrario que la ecoetiqueta europea, destaca en su logotipo una característica concreta del producto o servicio. En el caso del papel nos garantiza que el producto ha sido fabricado con un 100% de fibras de post-consumo, es decir, que no se ha utilizado fibra virgen para su fabricación. Esto puede resultar algo confuso ya que los requisitos para ganarse el derecho a poner la marca en los paquetes de folios van mucho más allá del uso de fibra reciclada. Se controlan los blanqueantes, colorantes y otras sustancias, la durabilidad del papel y muchas otras características.
La aparición de esta marca en nuestros folios nos garantiza que estamos utilizando un papel reciclado de alta calidad que es respetuoso con el medio ambiente y con la salud de las personas y, en definitiva, que hemos hecho una buena compra.